Las Ciencias Forenses permiten sacar conclusiones acerca de qué ha pasado, cómo, cuando, por qué y en manos de quién a partir de pruebas y evidencias. Pero, ¿Cuáles son estas Ciencias Forenses?
‘Ojo por ojo, diente por diente’ – se suele decir. Y es que aunque este dicho ya no define el pensamiento de prácticamente nadie, durante siglos fue la premisa a través de la cual se impartía justicia. Y lo peor es que, a lo largo de la historia, a esta Ley del Talión se le suman muchas otras formas de impartir ‘justicia’ que son todo menos rigurosas, objetivas… Justas. Durante milenios el veredicto de ‘culpable’ no dependía nada más que de la voluntad de un rey, del estatus social del acusado, de los antecedentes familiares e incluso del color de la piel o la orientación sexual. Y es innegable reconocer que la unión de la Iglesia y el Estado hizo flaco favor a la aplicación de la justicia (de la de verdad) durante esas épocas oscuras de nuestra historia. En menos palabras: falsa moralidad y juegos de poder. Y sin embargo, hoy el cuento ha cambiado. Poco a poco el entendimiento de la escena del crimen nos permite obtener información que contribuye al desarrollo de ciertas ramas de conocimiento que hacen que podamos entrar en los juzgados con pruebas que, queremos creer, son objetivas. Es aquí cuando nacen las Ciencias Forenses.
Etimológicamente, ‘Forense’ viene de la palabra ‘Foro’, que a su vez se refiere al ‘lugar en el cual los tribunales escuchan y definen causas’ (según la RAE). Así, las Ciencias Forenses son aquellas que permiten la exposición de pruebas y evidencias ante el foro – que en nuestro caso serían los tribunales. Para que nos entendamos: son la aplicación de las ciencias en la resolución de un crimen. Y porque vivimos en sociedad, en un estado democrático y de derecho, la resolución de un crimen se lleva a cabo a través de determinados mecanismos y procesos - más o menos - estandarizados y garantistas que permiten que sea un juez con – de nuevo, más o menos - conocimiento de causa el que determine si uno es culpable o si no lo es.
Entonces, las Ciencias Forenses parten de las pruebas y evidencias que se encuentran en una escena de crimen y permiten sacar conclusiones acerca de qué ha pasado, cómo, cuando, por qué y en manos de quién. Pero, ¿Cuáles son estas Ciencias Forenses?
Empezaremos hablando de la pirología, que si bien no es la técnica más empleada es de evidente necesidad en aquellos escenarios en los que el fuego ha sido protagonista. La pirología cobra importancia a partir de 1861, gracias al libro ‘La Historia Química de una Vela’, publicado por el testigo experto Michael Faraday, quien estuvo implicado en la resolución de diversos acontecimientos relacionados con el fuego en Inglaterra a lo largo del siglo XIX. La pirología es el estudio del fuego, de su origen, su causa, su recorrido y sus alteraciones. Se estudian las cenizas, los posibles combustibles, detonantes y objetos, gases o vapores que se encuentran en las escenas con el objetivo, no sólo de determinar si un incendio ha sido provocado o accidental, sino de conocer su recorrido, origen y muerte. Interesante? Mucho, sobre todo porque el fuego arrasa por donde pasa, dejando a su paso escenas que a priori pueden parecer infértiles… Pero una mirada experta es capaz de saberlo todo si sabe dónde mirar – al fuego.
Seguimos nuestro recorrido de la ‘anatomía del crimen’ con la entomología… estudio científico de los insectos. Y es que es prácticamente imposible que en un escenario criminal que se haya dado al aire libre nos encontremos con ellos. La importancia de la entomología en el estudio del crimen radica en que a menudo puede servir para establecer el intervalo post-mórtem. Pero además, también nos puede dar información valiosa acerca de otros posibles lugares en los que la víctima hubiese podido encontrarse (viva o muerta) antes de ser encontrada. ¿No es impresionante pensar que un par de bichos pueden resolver un crimen?
Por su cuenta, la patología forense permite obtener información, a través de las autopsias, de las causas de la muerte de la persona hallada fallecida en la escena del crimen. El patólogo forense estudia el cuerpo de arriba abajo, por delante y por detrás, de lado a lado, meticulosamente, por fuera y por dentro, con la intención de obtener información que permita dilucidar qué lesiones fueron las mortales y cuales más se dieron durante la comisión del crimen. Un buen examen es fundamental, entre otras cosas, para diferenciar un suicidio de un asesinato escenificado como tal.
Proseguimos con la toxicología. El arsénico, la cicuta y el cianuro no resultan extraños a nadie, y es que el envenenamiento ha sido una de las principales herramientas para matar a lo largo de la historia. Aunque durante siglos era muy difícil, sino imposible, determinar la causa de la muerte de una persona que había sido envenenada, hoy en día podemos detectar casi cualquier sustancia que haya sido ingerida en un cuerpo vivo – yaciente.
Del estudio de las huellas dactilares se ocupa la dactiloscopia forense, que transforma el estudio del crimen de principio a fin. Ya que las huellas son personales, únicas, imborrables e inalterables, su análisis aporta resultados certeros y concluyentes. Una huella dactilar pertenece a una persona o no le pertenece, por lo que encontrarlas en las escenas de los crímenes nos permite saber casi con total certitud si nuestro sospechoso estuvo o no en dicho escenario.
Igualmente extendido – y conocido – es el estudio del ADN y de la sangre que puedan encontrarse en el escenario fatal. Hallar pelos, restos de saliva o de semen puede determinar la dirección de una investigación ya que, como las huellas dactilares, el ADN y la sangre no mienten. Si bien es cierto que no por encontrar sustratos biológicos de una persona en una escena esa persona es responsable del crimen, si podemos determinar quienes son los que alguna vez estuvieron allí de forma en que se pueden descartar o reafirmar nuestras hipótesis. Además, las manchas y patrones de sangre que encontremos pueden ayudarnos a comprender el orden de sucesos y la producción de lesiones.
Cuando en una escena encontremos restos óseos sin otros tejidos corporales entramos en el campo de la antropología forense. Saber cómo murió, quién era la persona y cuanto tiempo lleva fallecida es posible si se lleva a cabo un estudio sistemático y exhaustivo de los huesos hallados. Además, serán los huesos craneales los que nos permitan llevar a cabo una reconstrucción facial forense, osea, una imagen del posible rostro de la víctima.
No podemos dejar de lado una disciplina que a día de hoy está en auge: la informática forense. Es innegable que prácticamente todos nosotros vivimos acompañados de un teléfono móvil… Y la cantidad de información que puede sustraerse de él puede determinar la resolución de un crimen. Mensajes, llamadas, fotos, geolocalizaciones y demás evidencias pueden resultar definitorias para entender cómo, por qué y cuando.
Por último, quedaría destacar la figura del Psicólogo forense. Contrariamente a lo que pueda pensarse, éste no sólo se encarga de tratar de comprender la mente criminal, la personalidad del autor, el Modus Operandi o el perfil del delincuente. La Psicología Forense también se ocupa de aplicar los principios de cualquier rama de conocimiento psicológico a la investigación, resolución y asesoramiento judicial. Se estudian los criminales, sí, pero también se estudian las víctimas, los testigos – sus estados mentales, posibles daños o lesiones y credibilidad a la hora de testificar, entre otros.
Así bien, aunque puede haber más disciplinas que resulten útiles para resolver un crimen, en las anteriores líneas describimos rápidamente aquellas que suelen ser protagonistas y que cobran mayor relevancia. Todas y cada una de ellas está en rápida expansión: la tecnología y los nuevos medios de comunicación, la rápida globalización y la expansión del conocimiento interdisciplinar hacen que, lejos de estancarse, las Ciencias Forenses sean cada día un poco más clarificadoras y exactas. Sólo el tiempo nos dirá si llegará el día en que estas disciplinas nos permitan resolver cualquier acontecimiento criminal.
Bibiliografía
McDermid, V. (2014). Forensics: The Anatomy of Crime (Wellcome). Profile Books Ltd.
¿En qué consiste la Psicología forense? (2020, 1 diciembre). UNIR. https://www.unir.net/educacion/revista/psicologia-forense/
Serrulla, Fernando & Gómez, M.. (2008). Aplicaciones de la técnica de aproximación facial forense en la identificación humana individual. Cuadernos De Medicina Forense. 29. 10.4321/S1135-76062008000300010.
Herrera, A. (2019, 31 diciembre). La dactiloscopia, el campo que transformó el estudio del crimen. La Vanguardia. https://www.lavanguardia.com/historiayvida/historia-antigua/20191231/472606130857/huellas-dactilares-historia.html
Manzanero, Antonio L. (2009) Psicología Forense: Definición y técnicas. In Teoría y práctica de la investigación criminal. IUGM, Madrid, pp. 313-339. ISBN 978‐84‐608‐0992‐0
Criterios cualitativos en toxicología forense. (2012, 1 abril). ScienceDirect. https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0377473212000375
Catalina Pajares Gay
Estudiante de 4º curso del Doble Grado en Psicología y Criminología
Universidad Pontificia Comillas