Las evaluaciones periciales psicológicas pueden esclarecer el nexo que la medicina o la biología no han alcanzado en el estudio del cuerpo, o los agentes policiales en el estudio de la escena del crimen.
La autopsia psicológica podría resultar un elemento prometedor, instalándose como elemento forense de importancia en cuanto a la prestación de orientación en aquellos casos en los que exista una carencia de certeza y convicción criminalística respecto a la etiología y circunstancias que rodearon un deceso.
El concepto viene esbozándose desde 1920; la conocida crisis de la Gran Depresión tuvo una posterior oleada de suicidios que captó la atención de muchos investigadores y científicos buscando causas comunes a ellos. No obstante, fue por primera vez en los años 50 cuando el término fue acomodado en los estudios de Shneidman, psicólogo clínico vocado a la suicidiología y a la tanatología, que en 1958, junto a Farberow y Litman, fundó el Centro de Prevención del Suicidio de Los Ángeles.
La autopsia psicológica es definida como un método de evaluación psicológica retrospectiva de las características de la personalidad y las condiciones que en vida tuvo un individuo, teniendo como objetivo el acercamiento a la comprensión de las circunstancias de su muerte (Litman, 1989).
En términos genéricos, presenta dos objetivos esenciales; uno de carácter forense, y otro de carácter epidemiológico. En cuanto al tipo forense cabe hablar de su intervención en condiciones en las que la autopsia médico-legal presenta resultados confusos e insuficientes, con el fin de auxiliar en la aplicación del código NASH basado en la determinación del origen de la muerte (Natural, Accidental, Suicidio u Homicidio). Por otra parte, su utilidad como medio epidemiológico persigue la recopilación de información relativa a las muertes por suicidio y el establecimiento de factores de riesgo que permitan trazar programas de prevención futura. Asimismo se podrían exclamar otros de sus posibles usos, tales como la determinación de la validez y legalidad de acciones previas al fallecimiento o la evaluación de confusiones en la praxis si la persona se encontraba bajo tratamiento psicológico, psiquiátrico o médico.
El proceso de la autopsia psicológica se desarrolla por medio de tres etapas:
- La entrevista a personas allegadas al occiso.
- La colección de huellas psicológicas, esto es, el recopilatorio de todos aquellos documentos, informes, fuentes e información disponibles que puedan resultar de valor, tanto de la persona en vida como del lugar en el que ocurrieron los hechos.
- Posterior discusión del caso entre profesionales de salud mental.
Basta con realizar una breve revisión bibliográfica del concepto para descubrir la numerosidad de protocolos existentes con los que mediar este proceso y la ausencia de consenso. Pese al destaque mayoritario de unos sobre otros, dicha flexibilidad metodológica ha resultado ser motivo de resistente crítica y de puesta en duda en cuanto a la fiabilidad del método, asentándose la autopsia psicológica más como concepto que como herramienta. Luego este sistema se trata de una técnica compleja con la que únicamente cuentan algunos países desarrollados; su aplicación en nuestro país resulta alentadora, pues apenas existen publicaciones y estudios al respecto.
Sin embargo, considerar una mayor sofisticación del diseño y elaboración de un protocolo único que logre rigurosidad y eficiencia en la práctica, podría dar esperanzas a la evolución de la concepción y a su establecimiento como instrumento auxiliar en la investigación criminal, puesto que el contexto en ocasiones muestra que aún los procesos objetivos, como la autopsia médico-legal, pueden encontrarse limitados en ciertos casos; tomar en cuenta la aplicación de la autopsia psicológica, inclusive manifestándose en términos probabilísticos y subjetivos, podría otorgar cierto valor científico a la investigación en aquellos casos en los que la muerte se infiera como indeterminada.
El principio de intercambio del criminalista francés Locard, se sustenta en que en el momento en que dos objetos entran en contacto es inevitable que se produzca un intercambio de material entre ambos, de forma que cualquier persona que marche por un lugar dejará vestigios a su paso; entender esta premisa es esencial, ya que no únicamente es adaptable a la evidencia física, sino también a la conductual. Todo contacto deja un rastro, siempre hay algo que se deja atrás y, frente a la ausencia de la víctima, es posible encontrar partículas psicológicas en el transcurso de su vida, ya sea en escritos, en espacios habitados, en su rastro tecnológico e informático, en los recuerdos con las personas con las que ha interactuado, etc.
Las evaluaciones periciales psicológicas pueden realizar grandes aportes, esclareciendo el nexo que la medicina o la biología no han alcanzado en el estudio del cuerpo, o los agentes policiales en el estudio de la escena del crimen, y es por ello por lo que se menciona que este método podría resultar de gran sugestión.
Bibiliografía
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Díaz, C. M. V. (2014). La psicología aplicada a la investigación criminal: la autopsia psicológica como herramienta de evaluación forense. Revista electrónica de ciencia penal y criminología, (16), 2.
Ceballos-Espinoza, F. (2015). La autopsia psicológica en la investigación criminal: De la praxis clínica al campo forense. Estudios Policiales, 11(1), 8-21.
Sánchez, E. (2020, 8 marzo). Qué es una autopsia psicológica. La mente es maravillosa. https://lamenteesmaravillosa.com/que-es-una-autopsia-psicologica/
Menéndez, J. (2019, 31 mayo). ¿Qué es la autopsia psicológica? Psyciencia. https://www.psyciencia.com/autopsia-psicologica/
Pascual, V. (2018, 15 mayo). El principio de intercambio de Locard (CPCM). Colegio Profesional de Criminología de la Comunidad de Madrid. https://colegiocriminologosmadrid.es/el-principio-de-intercambio-de-locard/
Pilar Gómez Fuentes
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Estudiante de 4º curso del Doble Grado en Psicología y Criminología
Universidad Pontificia Comillas