El ciberacoso es un problema creciente en nuestra sociedad facilitado, principalmente, por el uso de las redes sociales sin el conocimiento adecuado.
La facilidad de cometer este delito ha aumentado, dado que los jóvenes cuentan con móviles y ordenadores desde edades más tempranas y se desconoce el peligro y la gravedad de las acciones que se pueden cometer con ellos.
Las redes sociales se han convertido en un lugar donde mantener el anonimato y debido a esta ausencia de identidad es más fácil cometer delitos. Cuando este tipo de personas se sienten resguardadas tras un monitor, perciben que son invulnerables y que ostentan una mayor dificultad de ser descubiertos, obviando las consecuencias que les puedan suceder.
“El ciberacoso se trata de un tipo de maltrato entre iguales que ha sido definido como una conducta agresiva e intencional que se repite de forma frecuente en el tiempo mediante el uso, por un individuo o grupo, de dispositivos electrónicos sobre una víctima que no puede defenderse por sí misma fácilmente” (Smith & Al., 2008: 376).
Las victimas principales de ciberacoso en la actualidad son los adolescentes, ascendiendo hasta un 24,6% de afectados (Navarro, Serna, Martínez y Ruiz-Oliva 2013) esto supone un aumento de casi el 20% en comparación con hace diez años. Este incremento de víctimas se debe en gran parte a lo ya comentado sobre el ascenso del uso de la tecnología y la adquisición prematura de teléfonos móviles y ordenadores.
Pero ¿cómo afecta la ciberdelincuencia a sus víctimas? Bien, el principal síntoma que descubrimos es un descenso en el rendimiento de las personas, una baja implicación en las tareas a realizar y problemas de atención. A los problemas de rendimiento es necesario sumar la desconfianza que se genera. Se produce un distanciamiento a las personas que se encuentran a su alrededor debido al miedo y a la vergüenza de que se conozca el acoso que sufre. La persona se siente cohibida y desmotivada. Por tanto, poco a poco tiene pensamientos acerca de no merecer las oportunidades que se le brindan y entra en un bucle de difícil salida. La desconfianza en los adultos, por parte de los adolescentes, genera que el problema sea más complejo de detectar y a la par una mayor dificultad para que el menor escape de esta situación de acoso, debido a que no confía en los adultos para solventar el problema.
De este modo las personas con problemas de socialización y de relaciones interpersonales son más vulnerables a sufrir este tipo de delitos.
Según algunos autores esta vulnerabilidad va acompañada de problemas en el ámbito familiar (Lereya, Samara & Walke, 2013). Esta mala interacción entre familiares provoca que se pase más tiempo conectado a la red como señal de protesta y de reivindicar las carencias de su hogar. Con lo que no cuentan, es que esta vía de escape puede convertirse en una dificultad mayor. Cuando la persona se encuentra con problemas en el domicilio y en la red, se vuelve más vulnerable y el hecho de no poder apoyarse en ninguna persona cercana, provoca un sentimiento de inferioridad y de exclusión respecto de la sociedad consiguiendo que el acosador logre su cometido.
Todavía son escasas las investigaciones con respecto al ciberacoso debido a que es un problema reciente. Esto genera que las medidas de detección y de intervención sean confusas e inefectivas en algunos casos. Poco a poco la sociedad se va adaptando a estas situaciones y se comenzarán a frenar estos sucesos.
Alejandro Pinos Arcas
Estudiante de 5º curso del Doble Grado en Criminología y Trabajo Social.
Universidad Pontificia Comillas
La facilidad en el acceso a Internet incrementa el ciberacoso entre los adolescentes